ESPIRITUALIDAD
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La espiritualidad del Instituto de las Hermanas franciscanas P.R tiene su raíz en el Evangelio según fue vivido por San Francisco de Asís y que encontramos resumida en estas palabras: “La Regla y vida de las Hermanas Menores es esta: observar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, viviendo en obediencia, sin nada propio y en castidad” (2Reg 1).
Y para responder al Señor con esta radicalidad las Hermanas consagran su vida con los votos de obediencia, pobreza y castidad vividos en comunidad.
Con los votos ponen la mirada en los valores del Reino que viviremos en plenitud en el Cielo, pero que ya podemos comenzar a vivir aquí y ahora.
“Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón” (L. G. 1). Así las Hermanas se sienten llamadas a construir cada día la Comunidad Fraterna que haga visible a Dios, que es Amor y nos quiere a todos.
El Voto de Obediencia
Todo cristiano tiene como tarea su identificación con Cristo de modo que pueda decir: “Vivo yo, pero no yo es Cristo quien vive en mí” (Gal. 2, 20).
La obediencia religiosa significa entrar en el plan de salvación de Dios, y participar en la misión de Jesucristo que continúa en la vida personal, como en la vida comunitaria. En esto permaneceremos abiertas a los signos de los tiempos en la Iglesia y en la sociedad.
Con el Voto de Obediencia las Hermanas se comprometen a buscar en todo momento de su vida la Voluntad de Dios. De este modo se comprometen a expresar con su vida que lo único que importa es cumplir la Voluntad de Dios.
La Madre María José de Jesús nos dice sobre la obediencia: Las Hermanas prestarán oídos a la voluntad de Dios. Atenderán a todas las personas con las que tengan contacto. En fidelidad a su propia conciencia y al diálogo con la autoridad darán sentido a su vida.
Para San Francisco de Asís la obediencia es ser aceptada en la comunidad y una opción consciente de un estilo de vida inspirado por el Evangelio. Esta obediencia es posible solo con fe. Una fe en el cual la una está abierta a la otra y donde mutuamente nos damos espacio para vivir.
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El Voto de la Pobreza.
Quien descubre el Reino de Dios descubre al mismo tiempo que todos los bienes del mundo no son suficientes para ganarlo y entrar en él. Todo se mira con la mirada de Dios y todo se coloca al servicio del amor. Nada que esté fuera del amor a Dios y a los hermanos tiene sentido. Esta actitud es la que corresponde a la pobreza evangélica a la que está llamado todo cristiano.
Con el Voto de Pobreza las Hermanas tratan de dar una respuesta libre al Señor para asociarse a Él en la entrega a todos, desde la solidaridad con los pobres. Mantener siempre la libertad de amar como el Señor ama.
La Madre María José nos dice: Toda nuestra vida espiritual y externa debe ser sencilla y las hermanas darán testimonio de ello. En el seguimiento de Jesús no se apegarán a los bienes terrenales y se desprenderán de todo.
Para Francisco de Asís; el ser Pobre es un desafío de vida que toca al hombre en su totalidad. Exhorta: “Nada de vosotros retengáis para vosotros mismos a fin de que enteros os reciba el que todo entero se os entrega” (Carta a la orden 29) Francisco no solo desea el desprendimiento, sino también el compartir los dones espirituales y bienes materiales.
El Voto de Castidad.
Con el voto de castidad respondiendo a un llamado del Señor, se trata de consagrar la vida para vivir la fascinación del Reino.
Quienes se consagran con el voto de castidad quedan especialmente destinados a la vida fraterna. La Comunidad es la expresión de esta dimensión de fraternidad y escuela permanente para crecer en ella. Cada miembro de la Comunidad ha de aprender a amar de verdad a quienes el Señor ponga en su camino sin pretender quedarse con nadie y sin detener ni desviar a nadie del camino que le señale el Señor.
La Madre María José nos dice: Las Hermanas harán una alianza con Dios en amor puro. Deben respetarse la una a la otra con un sentimiento íntimo de aprecio, servicialidad y amor.
Para Francisco de Asís una vida casta y célibe significa: Amor y admiración por la creación; alabanza a Dios por todo lo bueno y hermoso en ella; al mismo tiempo una renuncia radical y pobreza a ejemplo de Jesucristo. Amor a los hombres tan intenso que trata a todos como hermanas y hermanos en igualdad, en unión y respeto.
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